lunes, 16 de agosto de 2010

Dia siete dejando el glamour pariseno por el sabor a chocolate de Belgica

Dormimos bastantes horas, ah, un descanso merecido que esperábamos con ansia, los días han sido largos, cosa que creo no había comentado, aquí a las siete ya es de día y anochese hasta pasadas de las nueve! El primer día si me saqué de onda, yo esperando la noche para ver la puerta de Alcalá y no anochecía! total, el descanso llegó y no me quejo.

La cita fue a las diez en el autobús nadiefue impuntual y salimos, sin más, con dirección norte a Bruselas, el viaje no fue largo, dos horas en las que terminé de escribir algunas cosas, el atraso que tenía (y aún tengo) en este diario de viaje era crítico, normalmente escribía lo del día anterior en los espacios del autobús o en lugares espaciales como la torre Eiffel, pero en París el tiempo de autobús se redujo y las horas de descanso se limitaron a dormir y comer, así que no podía más que seguir el ritmo del grupo mientras hacia una que otra anotación.

Llegamos a Bruselas y comimos, hambrientos desde unos kilómetros atrás, deboramos el filete, los camarones y la cerveza, ni hablar del postre que por algo lo menciono aparte, waffle con chocolate, no cabe duda que el chocolate de aquí es diferente a cualquier Carlos V, está por demás decir, de-li-cio-so.

Luego vino la visita panorámica, la cripta de los reyes belgas, las cede de la unión europea, la catedral, el atonium... "AQUÍ ME BAJO!" el autobús se marchó sin mi, y yo, sin quitarle la vista a la replica magnificada de 165 billones de veces de una molecula fierro (ántes, además del tamaño, también estaba hecha de este material así que era una representación más que similar), la superficie brillaba, reflejaba todo lo que se le ponía enfrente, el cielo, el pasto, yo me vi mientras caminaba, lamentablemente cerraban a las 6 y el último visitante entraba a las 5:30, yo llegué a las 5:45... ni saben como lamento eso, las vista desde el átomo de arriba debe ser genial. Para el caso, me quedé acostado en la base del edificio, pensado que por primera vez "veo" lo que estudio, años de teorías, leyes, modelos y ahí estaba, no es perfecta pero es lo más grande que se puede encontrar, eso es seguro. Emprendí el viaje de regreso, la estación del metro no estaba lejos pero si difícil de ubicar en el mapa, quince minutos estuve frente a la pared, el policía me veía con disimulo, el problema es que había dos mapas, uno de las líneas más importantes, me supongo yo, y otro de todas las líneas, los nombres raros, los colores muy parecidos, me distraían, "Louise... Louise..." hasta que apareció empecé a entender, por suerte no tenía que transbordar, era la misma línea. Tardé una media hora en llegar pero al salir la calle que me había indicado la guía "Avenue du hant-pont" no estaba cerca ni a la vista, ni en el mapa del barrio del metro, pregunté a una mesera y no sabía, "estoy perdido" decidí caminar hacia el centro, buscando un Internet, un teléfono o una tienda donde comprar el mapa de la ciudad, llegué a una la saliente donde había una glorieta y servia de observador, la ciudad entera se veia desde ahí, el atonium mismo se erguía al fondo a la derecha junto a un catedral que estaba cerca, bajé por un elevador que me dejó en una calle ancha y corta, al fondo una calle la atravesaba, me dirigi ala izquirda por esa calle, un banco, varias tiendas, varias terrazas, un Internet, una famacia, eh? Un internet!! Pasé, me asignaron la computadora del fondo y en quince minutos encontré el camino indicado, al parecer el hotel estaba a cinco estaciones en tranvía desde el mirador por la línea 92, pagué cuarenta céntimos y salí, no tardé en llegar ni el tranvía pero a las dos estaciones me di cuenta que no era el que debía tomar aunque si me encaminó, lo demás lo recorrí a pie. En el camino encontré un restaurante mexicano donde vendían guacamole, enchiladas y carnitas. Llegué al hotel con alivio y subí a la habitación que me jndicó la guía que estaba en el restaurante, mi hermana me esperaba dormida, genial, no me lo esperaba, lo más seguro era que salieran a dar una vuelta y yo tuviera que quedarme fuera o obligarme a salir, descansé unos minutos y salimos a comer una desabrida carne asada con papas, algo que nunca he dudado es que en México existe la mejor comida del mundo, así que cuando sales todo está horriblemente simple, sin salsa, sin tortillas, sin limones, pura Tabasco que sólo pica y no sabe.

Fue un día corto, estábamos cansados, nos metimos a dormir temprano.

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