lunes, 16 de agosto de 2010

Dia diez en Amsterdam

Hace tres días, oficialmente, se me acabó la ropa, compramos dos playeras en París y esa misma noche lavé otras dos por si las moscas chiflaban, lamentablemente, chiflaron y las mismas aún no se secan, el clima ha estado húmedo y frío, hoy tuve que repetir pero también compré otra por si se les antojaba a las malditas volver a chiflar, espero que no.

Quitando lo de las remeras hijas de su madre, la mañana estuvo muy bien, el desayuno estuvo mucho más variado que los anteriores días, eso me alegró el día.

Al subir al autobús marchamos hacia el paseo panorámico de la ciudad, es decir todos dentro y bajamos sólo a las fotos. La primera parada fue el mercado de las flores de Amsterdam el cual, por cierto, está flotando en la orilla de uno de los canales, vistoso, flores que nunca había visto en mi vida, como una que parecia hortencia pero con los petalos más delgados y puntiagudos, además mucho más alta, también unos cactus de colores, rosa mexicano, amarillo, rojo, morado cada uno con formas diferentes, pensé en poder encontrar semillas de flor de Liz para llevar con los scout pero no encontré además que no sé qué broncas puedo tener en la aduana por llevar algo del estilo, para no hacerla más larga, compré una playera, el mercado está bonito pero en extensión no le llega ni a los talones a nativitas. Subimos al camión, dos horas duró el evento, el palacio real, la estación central, la explanada Dam, los canales, el barrio rojo, todos pasaron, al finalizar, hicimos una parada para que se bajaran algunos y nos dirigimos a Market, una población pesquera a una hora de camino, pintoresca y pequeña, el ejemplo perfecto de cuando, en el siglo pasado, no estaba la brecha que hoy si y el pueblo, exiliado del mundo, llevaba una vida conservadora que practicaba comunmente el incesto hasta degradar profundamente su herencia, los rebaños de ovejas y de vacas abundaban al igual que las telarañas y sus dueñas, frutas deliciosas a euro la canastilla, compré unas pantuflas con forma de suecos y decoración de vaca. Partimos, la visita no era muy prolongada no había mucho que ver, pero si mucha gente que esquivar.

Una granja manufacturera de quesos, nos recibió con una explicación de español rudimentario seguido de platos de cada uno de sus opciones, de vaca, con hierbas, con nueces, añejado, seco, semiseco, de cabra, de oveja, todos con un botecito negro y amarillo cerca, el aderezo de la casa hecho con mostaza, miel y algo duro que parecían nueces, mi favorito de todos, creo que lo puedo emular en México, lo intentaré. La compra no esperó y ni mi jefe se salvó esta vez.

Al llegar a Voterdam, en menos de media hora después de haber salido de los quesos, apresuramos la comida mientras todos se dirigían a una película, el hambre ya corroía y no quisimos esperar. Dos horas estuvimos ahí, aprovechamos para grabar el video rubik de Holanda, curiosear entre calles y tomarnos una cerveza.

Al salir de Voterdam, regresamos a Amsterdam a un paseo en barco por los canales de la ciudad, vimos, más que nada, casas, la más antigua, la más delgada, la del gobernante, la del banquero italiano más rico del siglo XVIII, salimos a la costa, el puerto y un centro de ciencia.

Luego sin más reparo fuimos al barrio rojo de la ciudad, el lugar donde se juntan la mayoría de los coffee shop, donde se venden jugo de naranja, café y marihuana en todas las presentaciones que se puedan imaginar, cigarros, muffins y galletas son lo que alcancé a ver, todos de especies diferentes Thai, Jamaiquina, son los que m acuerdo, y las famosas vitrinas donde se exciben cerca de 400 prostitutas, todas señaladas con una luz fosforescente roja en la parte de arriba del marco, cuando las cortinas estaban corridas, en su interior estaban "chambeandole" y cuando no, las mujeres despampanantes lucian todo su cuerpo en bikini y ropa interior, la mayoría, aunque habían para todos gustos y fantasías, la colegiala, la policía, también había trasvestis, negras, orientales, maduritas y gooooordas (iuck!) mas en su mayoría eran rubias y altas, algunas bailando, otras sacando las pompas (q no mames!!), quitandose alguna prenda o guillándote el ojo. La primera que vi jaja me da risa porque yo iba caminando y no veía ningun mostrador con las cortinas abiertas, me volteo para hacerle el comentario a mi jefe, y cuando volteo, de reojo, noto un color verde fosforescente a mi derecha junto a mi a menos de un metro, giro la cabeza y frente de mi una mujer hermosa, de ojos grises, me estaba mandando un beso, con un bikini negro y blanco pero bajo la luz negra se veía verde intenso... unas cuuuurvas, no maaaaa... me saqué de onda, di un paso atrás, supongo que con cara de susto porque la chava se rio con disimulo jaja. Siguiendo, los callejones estaban cubiertos de sex shop y teatros eróticos donde anunciaban "banana show", "couple sex live", "vidration show" y demás, impresionante la apertura que tienen aquí al respecto, las protitutas, según nos dijo la guía un poco después, ellas pagan impuestos y rentan las vitrinas, es plenamente legal.

Desde México llevamos la idea de echarnos un churrito aquí, así que nos separamos del grupo y nos metimos al primer coffee shop que encontramos, nos sentamos mi jefe, mi hermana y yo, los dos muffins y el cigarro que pidió mi papá no tardaron nada así que empezamos, al cabo de quince minutos no habíamos sentido nada y decidimos ir de regreso al hotel, tomamos el tren bala que salia de la estación central al aeropuerto donde pasan periódicamente un autobús del hotel a recoger a sus clientes, el tren no tardó nada pero en el autobús, la espera fue de más de media hora donde ocurrió lo que ya m esperaba jaja soy de efecto retardado, se m subió sin previo aviso, estábamos hablando de maletas y autobuses cuando se m ocurrió un broma cualquiera, casual, nada fuera de lo común, m empecé a reír y ya no m pude detener por más de un minuto, al principio fue gracioso, no me podía detener y eso hacia que m riera más pero después m empezó a doler el estómago y no podía dejar de sollozar jaja estaba mareado, todo me daba gracia y así volvimos al hotel, donde cenamos el queso de hierbas que compramos y a dormir, ni siquiera quise escribir, estaba muerto.


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